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El 8 de abril del 2003, faltaba un día para que las fuerzas armadas estadounidenses tomaran Bagdad. Tras una larga batalla aquella mañana, las tropas de la coalición habían suprimido la mayoría de la resistencia iraqí operante. Durante la pausa, cientos de corresponsales alojados en el hotel ‘Palestina’ abandonaron sus puestos de perspectiva en los balcones y en el tejado para descansar. Algunos se quedaron al acecho, [Continuación]incluyendo al español José Couso, respetado y chacotero cámara de Telecinco. Desde un balcón en la planta 14, Couso filmaba el acercamiento de un tanque estadounidense desde la otra orilla del Tígris, sobre el puente Al-Jumhuriya a un kilometro de distancia. Vio como un tanque se paraba y lentamente dirijía su torreta en dirección al hotel de la prensa, hacía su propia posición, y como de repente el tanque disparó. En su último acto como corresponsal, José Couso Permuy describió la tragedia incomprensible. Más tarde el mismo día sucumbiría a los efectos del shock. Pereció también Taras Protsyuk, cámara de Reuters, y tres más quedaron heridos.
Como si faltaran malas noticias esa mañana, Esados Unidos había asestado un bombardeo contra la oficina de Al-Yazira de Baghdad, matando al periodista Taraq Ayyoub, y había dejado la base de Televisión Abu Dhabi en ruinas.
Había ocurrido lo imposible: tres ataques contra civiles periodistas . Sólo días antes, oficiales estadounidenses habían pedido a la prensa internacional que se trasladaran al Palestine Hotel por su propia seguridad, y el Pentágono estaba bien informado de las coordinadas de los tres centros de comunicaciones bombardeados aquel día. La justificación oficial fue que, en los tres ataques, soldados estadounidense respondían en defensa propia a fuego enemigo. A continuación, el Pentágono lamentaba los accidentes, punto final. La escasa cobertura del incidente por parte de la Prensa norteamericana contribuyó a que una posible infracción de los Convenios de Ginebra se pasara tranquilamente al olvido en el país liberador de Iraq.
En España, sin embargo, violentas imágenes del caos en el hotel en las secuelas del ataque dominaban los medios de comunicación. Los sobrevivientes contaban lo ocurrido ante un público airado por la muerte injustificada del corresponsal joven y prometedor. Más allá de la pérdida personal, esta tragedia tenía implicaciones para la seguridad de periodistas en zonas de guerra. El Caso Couso se convirtiría en una búsqueda de justicia que aún queda por resolver.
Los hechos según los testigos entran en desacuerdo con la redacción oficial. En verdad, hubo varias explicaciones oficiales a lo largo de los días posteriores al incidente. En una versión, el Pentágono cuenta que los soldados estaban reaccionando a unos francotiradores observados en el tejado del hotel. Los testigos insisten que no se oyó fuego en los alrededores del hotel durante un período de tiempo antes del ataque. Además, la ráfaga única del tanque había alcanzado unos cinco pisos debajo del tejado. Aunque España acepta oficialmente que el ataque fuera un error, siguen sin contestar preguntas sobre cómo puede haber faltado tanto las célebres inteligencia y precisión con que se ejecutó la invasión norteamericana.
En su ostensible apoyo a la familia de José Couso, el gobierno español prometió consequir aclaraciones de EEUU, pero al final el caso se quedó parado en las cortes españolas. Luego, en 2007, documentos de Wikileaks revelaron que el gobierno español, los mismos individuales de las promesas a la familia Couso, había en realidad acordado con el embajador norteamericano para descartar discretamente el asunto. En 2010, desatendidas sus peticiones a EEUU por más información, la Corte Suprema español imputó en ausencia a tres soldados estadounidenses en la muerte de José Couso. Interpol, en un acto insólito, se negó a intervenir.
A principios de la guerra de Iraq, la promesa de una nueva democracia en el medio oriente condujo la opinión pública hacía adelante, y los errores de guerra serían recompensados. Diez años después, ya sabemos que la guerra sufría errores intrínsicos desde su génesis. EEUU tiene la responsabilidad de intentar, por lo menos, de corregir lo que pueda, y en el caso de José Couso, eso significaría clarificar al máximo los sucesos del 8 de abril en el puente Al-Jumhuriya. La importancia es impuesta por la idea de justicia para la familia Couso, por respeto a una aliada soberana de EEUU, y porque valoramos el periodismo libre y protegido que actúa como testigo importante en zonas de guerra y como faceta crucial de transparencia en la democracia.